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ADIÓS A LA JUVENTUD
Laura Freixas: Cuentos a los cuarenta
Ed. Destino, Barcelona, 2001, 184 páginas
Hay
escritores que viven pegados al pulso de su tiempo, que saben
mostrar cómo la persona se relaciona con las formas de
vida emergentes. Tienen la habilidad de encontrar el recoveco
donde el espíritu de los tiempos permanece en perpetuo
cambio, afectado por las nuevas circunstancias sociales y vitales.
En ese lugar cambian de signo los modos de ser y los de estar
en el mundo, mientras pierden algunas señas de su identidad
anterior. De estos creadores los hay que atienden a las relaciones
del hombre con la historia, con la sociedad en que les tocó
vivir, mientras otros se ciñen aun ámbito más
reducido, a las relaciones entre la persona y su entorno, sea
familiar, de trabajo o personal. La trayectoria de Laura Freixas
(Barcelona, 1958) como escritora, narradora y ensayista pertenece
al segundo grupo mencionado. Su obra entera muestra un consistente
interés por conectar el ámbito privado con los cambios
en la esfera social, con los modos de relación inmediatos,
en especial el personal. Le gusta que lo experimentado por los
personajes permanezca en el entorno del yo y sus posibles realizaciones
en un otro yo, sea una proyección consciente o imaginada
de sí mismo.
Edad
de plenitud
El
libro consta de nueve relatos avecindados en ese momento de tránsito:
el cumplir los cuarenta años. La autora fija una especie
de meta biológica y vital para el ser humano, que al ser
cruzada, le advierte de que lo vivido, la juventud, fue una edad
de plenitud. Entonces desconocíamos las verdades de la
vida y por consiguiente las ilusiones de la edad de la inocencia
se esfuman según escalamos el calendario. Hay varios relatos
en esta colección muy buenos. El primero, «Las puertas»,
una mujer va a conocer a la mujer de su amante, pero se equivoca
de puerta. «La entrevista», en que una escritora novel
entrevista aun novelista que acaba de vender su independencia
por obtener un premio, quien le asegura un futuro parecido. Es
decir, que con la edad todos acaban por caer, por necesitar el
aplauso, el dinero, lo que sea que mueva a cada quien. Quizás
los tres mejores relatos sean los que cierran el volumen, «La
loca de la casa», «Las ventanas», y «La
estación», que exploran las posibilidades ofrecidas
por la imaginación para complementar la vida. En cierta
medida los últimos cuentos del libro ofrecen una esperanza,
que podremos escaparnos a ese rigor supuesto que afronta la vida
en dos etapas, la de juventud, plena de creatividad y fuerza,
y la de madurez donde la realidad siempre ofrece su cara gris.
Freixas
tiene un estilo directo, que combina con naturalidad la narración
y el diálogo. Poseen sus relatos una atractiva sencillez,
que sin duda deleitará a muchos lectores.
Germán Gullón
ABC Cultural, 15/9/01 |