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EL RINCÓN DE
MARÍA TRINCADO
Ladrona de rosas. Clarice Lispector: Una genialidad insoportable/ 296 páginas
De la mayoría de los escritores que leemos
sabemos poco y, sin embargo, podemos disfrutar la lectura de sus obras,
en caso de que lo merezcan. Pero de algunos otros, muy pocos, es tal su
genialidad, que si no contamos con unas claves biográficas y
literarias, muchos de nosotros, aun siendo lectores avezados, nos
estrellamos contra un muro que no sabemos penetrar. Este es el caso de
la apasionante y enigmática escritora brasileña Clarice Lispector
(1920-1977). Su prosa es asombrosa y misteriosa, de bellas imágenes
junto a otras de un naturalismo extremo, pasiva, sensorial, casi
primitiva, intuimos un fruto jugoso, envuelto en cáscara áspera y
amarga, que nos detiene, nos rechaza de alguna manera en varias de sus
pasajes. Pero sabemos que estamos ante algo importante, algo que merece
la pena, y una pequeña semilla queda prendida en nuestro intelecto, a
la espera de las condiciones óptimas para brotar.
Con la biografía elaborada por Laura Freixas se nos ofrece en español
esa oportunidad de que la semilla de nuestro interés y curiosidad por
la autora brasileña fructifique. ¡Qué texto tan cuidado!, rezuma
admiración, afecto y compasión. Es un estudio muy bien estructurado, de
amenidad e interés constante, en el que se acentúa especialmente la
semblanza literaria, o mejor aún el retrato espiritual, el
retrato del alma de la escritora.
Para ello, Freixas se ha valido de las principales biografías
publicadas, pero también y sobre todo de la intensa correspondencia que
mantuvo con sus dos hermanas, cuando vivió muchos años alejada de
ellas, al acompañar a su marido diplomático en diversos destinos por
Europa y América.
Pero retomemos el comienzo. Clarice Lispector nace en 1920 en una aldea
ucraniana fronteriza con Rumanía, donde se había refugiado su familia
huyendo de la violencia y la miseria de la Rusia revolucionaria,
arrasada por la guerra civil, y de los terribles pogromos que se
perpetuaban a pesar de las promesas de los soviets. Su madre padece una
enfermedad que llegará a dejarla paralítica, y para curarla conciben a
Clarice: “Mi madre estaba enferma y por una superstición muy extendida
se creía que tener un hijo curaba a la mujer de la enfermedad. Entonces
fui deliberadamente creada: con amor y esperanza”. Esto marcará la
existencia de la autora, que arrastrará toda la vida un sentimiento de
culpa, de deuda, de existencia para los otros; su madre no se cura y
muere, nueve años después de nacer Clarice, con 42 años.
Tras penosos esfuerzos consiguen llegar en 1922 a Brasil donde les
acoge una hermana de la madre. Los años siguientes viven con tal
pobreza que Lispector llega a decir de sí misma que fue una chica de la
calle en su infancia. Mientras, el dolor continúa cebándose con ellos:
en 1940, por un descuido médico muere también el padre, único
puntal familiar que les quedaba, un hombre bueno, trabajador y alegre.
Las tres hermanas Elisa, Tania y Clarice estrechan sus lazos
fuertemente, y será este cariño fraterno el que sostendrá a Clarice a
lo largo de su vida, especialmente el de Tania, a la que escribe “tú
eres la persona preciosa de mi vida, eres, en relación a mí, la Persona
que Perdona. Junto a ti, yo me siento más libre, y de un modo amplio y
general, perdonada”.
En 1943 se casa con Maury Gurgel Valente, diplomático, tienen dos
hijos, viven juntos en destinos profesionales foráneos hasta 1959, en
que se divorcian. Con profunda saudade de hermanas, amigos y patria,
con tristeza y soledad, con el peso de la extranjería -se siente ajena
y extraña en todas partes-, desarrolla su carrera literaria, que había
comenzado el mismo año de su boda con la publicación de Cerca del
corazón salvaje.
Continúa con La lámpara (1946), La ciudad sitiada (1949), Algunos
cuentos (1952), La manzana en la oscuridad (1961) y un largo etcétera
que alberga multitud de artículos, reseñas, relatos breves, novelas e
incluso unos deliciosos cuentos infantiles que comentaremos a
continuación; hasta convertirse en la autora brasileña de referencia
del siglo XX a nivel mundial y ser considerada como una de las mejores
escritora de cuentos de la historia.
Desde hace mucho tiempo sigo la trayectoria de Laura Freixas, en su
doble faceta de escritora de ficción y de ensayo, siempre con agrado
sincero, siempre ponderando su buen gusto, la amplitud de lecturas e
intereses, la fluidez de su escritura, fácil, cómoda, en la que uno se
demora a gusto. Y en esta ocasión, de nuevo me ha deleitado con este
texto apasionado sobre una de sus escritoras admiradas, aclarándome
muchos interrogantes de los que surgen al leer a Lispector, alguien
capaz de escribir: “Nací para amar a los demás, nací para escribir y
para criar a mis hijos. Amar a los demás es tan vasto que incluye
incluso perdón para mí misma, con lo que sobra. Amar a los demás es la
única salvación individual que conozco: nadie estará perdido si da amor
y a veces recibe amor a cambio”.
Probablemente la lectura de esta obra les impulsará a leer a la
biografiada, y este es el itinerario inicial que les recomiendo:
Queridas mías, publicada el año pasado y que recoge la íntima
correspondencia con sus hermanas; Cuentos reunidos, que compila su
extraordinaria y variada creación como cuentista; y para comenzar con
sus novelas, La hora de la estrella.
El confidencial, 11 de marzo de 2011
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