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PORQUE
EL PASADO ENVEJECE
La
amistad de dos mujeres, en la segunda novela de Laura Freixas
Laura Freixas: Entre amigas
Destino, Barcelona, 1998. 192 páginas
Una
mujer del exclusivo barrio del Ensanche barcelonés, Elisenda,
en los últimos tiempos del franquismo conoce a una francesa
y quiere ver el mundo desde Francia, respirar el aire europeo
-libre y antiprovinciano- que le llega embalado en las canciones
de Brassens, de Barbara o de Brel. Francia es su territorio mítico,
como lo es su pasado cuando vuelve a encontrarse con su amiga
muchos años después. En los días previos
a este reencuentro, Elisenda mirará hacia atrás
con rabia, cuando tuvo que ser una mujer queriendo ser otra. Pero
el pasado que ella y su admirada Martine se proponen destejer
ya no es el mismo que era, porque aunque la memoria lo deje fijado
a unas fechas muy concretas, puede envejecer, enfermar e incluso
morir. Laura
Freixas (Barcelona, 1958) se dio a conocer como directora de El
Espejo de Tinta de Grijalbo, en la que editaba textos poco conocidos
siguiendo sus vías predilectas: el enfoque feminista y
el género confesional de los diarios, la correspondencia
o la autobiografía. Coherente con sus gustos, su primera
novela, Último domingo en Londres era un cruce
de cartas entre tres personajes que aprendían a madurar.
Pero el éxito le llegó como coordinadora y prologuista
de la colección de relatos Madres e hijas (Anagrama),
que llegó a la décima edición. Entre
amigas es su segunda novela y aunque estructuralmente es
más sencilla que la primera, logra indagar con más
profundidad en la condición femenina, deslizándose
con suavidad e inteligencia por las contradicciones que han afrontado
las mujeres españolas pilladas en el cambio de un régimen
dictatorial a uno democrático.Freixas
sitúa a una señorita bien de Barcelona, que se resiste
a ser la rebelde oculta que ha sido su madre, frente a una francesa
libre que alardea de libertad. Son dos mujeres distintas, pero
en el fondo son dos caras de la misma o lo serían, de haber
vivido la España al otro lado de los Pirineos. La condición
femenina es una condición marcadamente política.
En la voz de Elisenda, Freixas repasa los papeles de la mujer
antes y después de la muerte de Franco: el que desempeñó
su madre, el que le tocó a ella como hija o el asignado
a las criadas de la casa; el que tuvo que admitir en la universidad,
cuando el sexo debía estar separado del amor y, finalmente,
el de casada y madre. Esta
lectura política es inevitable, pero no ensombrece el aspecto
más interesante de la novela, que es, básicamente,
la historia de una amistad. El reencuentro entre las dos amigas,
dispuestas en principio a revivir el pasado, pero forzadas a desmitificarlo,
es un agradable juego de cartas, con mentiras y con naipes boca
arriba, con trampas y alguna traición importante. Al final,
el premio es una amistad más sincera y más ajustadas
a un pasado que ya ni engaña ni seduce. El verdadero feminismo,
podría deducirse, consiste en que la mujer no tenga ni
se ponga trabas para aprovechar las oportunidades de ser feliz.
La
autora pone un estilo muy directo, de léxico y estructura
sencillos, al servicio de la descripción detallista de
los sentimientos, lo que recuerda a las primeras obras de Soledad
Puértolas o de Carmen Martín-Gaite, aunque la perspectiva
y el tono de la voz narradora también pueden encontrarse
en las cartas bien escritas o en los relatos autobiográficos
de las chicas listas y sensibles.
Juan Marín
El País, 21/11/98 |